domingo, 20 de noviembre de 2011

Al fin y al cabo, a veces es bueno dar de su propia medicina.

Te voy a contar un cuento.Pero no un cuento de princesas, un cuento más o menos normal. Imagina una chica ni guapa, ni fea, una chica del montón. Ahora, imagina a un chico guapo, muy guapo, un chico de película. ¿ Ya te lo has imaginado ?, bien, pues mucho más guapo aùn. Imagina que un día se ven, y por un instante, un cruze de miradas. Se conocen, hablan y tontean. Imagina ahora que la chica está colada por él, imagina que él está interesado por ella. Ahora imagina que él coje el rumbo y quiere más. Lo normal sería que ahora empezasen a salir, duraran mucho, y colorin colorado, este cuento se ha acabado. Pero no, imagina que él juega a dos bandas. Ahora imagina que un dìa quiere quedar con las dos, pero no lo consigue. Pero no imagines que se va con nuestra chica, no no, imagina que se va con la otra. Ahora debes imaginarte a nuestra chica llorando, entrando en depresión y queriendo morirse. Imagina que al cabo de unos meses, el chico quiere otra vez a la chica. Y para empeorar las cosas, la chica vuelve a caer.Imagina que la chica sigue igual o incluso más enamorada de él. Pero ahora imagina que la chica es la que juega a dos bandas, y se va con el otro chico.Ahora imagina que es una historia real. ¿ Sería la tía una zorra ? ¿ Una puta ? ¿ Una tonta ? No señores, yo le llamaría una chica lista. Aunque se muera por los huesos de él, le ha dejado tirado, se ha ido con otro.
Moraleja: Al fin y al cabo, a veces es bueno dar de su propia medicina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario